lunes, 13 de abril de 2009

Le llaman el oro de los dioses, o la joya de México


Derky Wilner/ Lideres políticos, Palenque Chiapas. Le llaman el oro de los dioses, o la joya de Mexico, el ámbar no es un mineral es una resina por lo que lo hace de libre extracción en México, el único lugar en la república mexicana que existe es en Chiapas, en los municipios de Simojovel, San Andres Duraznal y Tapalapa, siendo el primero de los municipios donde se realiza la actividad de la extracción de esta gema preciosa o semi-preciosa de origen vegetal, en forma comercial.
Llegue hasta la comunidad El porvenir, donde se encontraban tres mineros que al vernos dejaron a un lado el cincel y el martillo, comenzaron hablar en tzotzil, el traductor que iba con nosotros nos señalo que no, nos querían ahí, que los turistas no son bienvenidos, le explicamos que íbamos por un reportaje y ya en confianza nos señalaron “En siete días no hemos entrado nada, ni un solo pedacito de ámbar” dice Hernán Pérez minero de la comunidad.


Descansando un poco, comenzó a contarnos en su dialecto que sus jornadas diarias son de diez horas al dia y que a veces pasa hasta una semana si encontrar ni un pedacito de ámbar “aunque no hallemos nada, tendremos que pagar la cuota al propietario del terreno –donde se ubica la mina- 400 pesos, aunque en otros lugares la cuota llega hasta los mil 500 pesos, dependiendo el tipo de ámbar que se ubique en la zona”, señalo uno de los mineros.
Le dijimos que queríamos verlos trabajar y Hernán comenzó a cavar y se topo con una especie de ladrillo molido, toma un poco y dice con tristeza “aquí hubo ámbar rojo”, tira el puño de tierra y después se da cuenta que todavía hay resina en esa parte de la mina, no es mucho, pero es lo primero que ve, desde hace siete días.En las minas de Simojovel se puede encontrar ámbar de diferentes colores: rojo, café, verde y amarillo, éste último el más común. El ámbar rojo y con insectos es el más cotizado por los coleccionistas y paleontólogos. El costo de una pieza que tenga un insecto es hasta cinco veces más que otra que no lo tenga.


Es cuando recuerda que hace algunos años en estas mismas minas se encontró una diminuta rana preservada en ambar de mas de 25 millones de años, la cual se encuentra en poder del coleccionista Ivan Milani en San Cristobal de las casas.

Pero esos fueron otros tiempos ahora en la comunidad de Guadalupe Victoria el arrendamiento de los terrenos son más caros y es que en las minas de ese lugar es común descubrir ámbar rojo.

Las minas están localizadas en terrenos ejidales. Los que desean explotarlas tienen que ser de Simojovel, es un acuerdo de las comunidades. Lo que encuentran los mineros es de ellos, pero tienen que pagar una cuota de arrendamiento a los ejidatarios.El trabajo de los ambareros es mucho de suerte, hay días que pueden hallar un cuarto o hasta un kilo de ámbar, pero puede pasar un mes sin sacar ni un gramo de resina. Esos días se hacen eternos.

Uno de los mineros nos invita a introducirnos a una cueva, y a experimentar un poco lo que se siente ser buscador de ambar, nos pide que nos despojemos de toda la ropa hasta quedar solo en bóxer, tenemos que introducirnos arrastrándonos por un extrecho túnel, dejamos todo el equipo afuera, Las minas de ámbar no son peligrosas en su interior, al menos no tanto como son por fuera, donde la tierra es muy frágil y cualquier mal paso puede costar la vida.

Por el tipo de suelo de los cerros no se puede trabajar en temporada de lluvia por los frecuentes deslaves, pero los mineros se arriesgan y continúan extrayendo la resina, ha sido en esa época del año cuando han ocurrido más accidentes. A diferencia del norte del país las viudas de los mineros de Simojovel no reciben ninguna indemnización y muchas veces ni el cuerpo de sus maridos. La sepultura de los trabajadores son las propias minas.

Después de habernos introducido mas de 3 metros en esa estrecha cueva, casi no podíamos movernos por la estreches alumbrados escasamente por la luz de una vela, las linternas en ese lugar son un lujo, es por ello que los mineros dicen que es más fácil que el trabajo lo hagan los niños ya que cabe mas fácil en esos estrechos pasadizos, según cuentan los propios mineros, al menos dos de sus compañeros quedan atrapados en las minas cada año.

Los habitantes de las comunidades tratan de rescatarlos, pero pocas veces logran sacarlos con vida.Ni las propias autoridades municipales saben el número exacto de los trabajadores atrapados en las minas ya que muchos de ellos ni con acta de nacimiento contaban. Nunca nacieron el registro de su muerte sería inútil.

Introducirse a las minas nuevas es casi imposible, para llegar a ellas es necesario un guía de la localidad, de lo contrario el recorrido es inútil. Sebastián Gómez Gómez artesano de Simojovel accede a llevarnos, rumbo a las minas mas nuevas rumbo a las montañas a las minas “Los Pocitos”.El camino es de laderas de cascajos, donde las mujeres acostumbran sacar pedacitos de ámbar que dejan escapar los mineros, pero lo mucho que sacan con este trabajo son 20 pesos diarios.Estas mujeres son las que impiden que avancemos hacía las minas, dicen que la asamblea ejidal prohibió la entrada a turistas y que es mejor regresar.

El hermano de Sebastián nos ofrece llevarnos a las minas de El Porvenir, que están kilómetros más adentro que la de los “Pocitos”, está seguro de lograr convencer a los mineros que nos dejan ingresar a su lugar de trabajo.Convencerlos no fue fácil, después de una negociación en tzotzil entre el guía y los mineros, éstos accedieron. Lo único que lográbamos entender del diálogo entre los trabajadores y el guía era lo del acuerdo entre ejidatarios, que ya habíamos escuchado y la promesa del guía de entregarles un refresco si es que nos dejaban entrar.“La jumbo” tiene un poder persuasivo entre los mineros, el calor, saber que tienen que caminar más de una hora para regresar a su comunidad y la frustración de no encontrar nada en el día hace que los mineros vean tan convencedor un refresco embotellado.

Mientras más años de explotada tenga una mina su acceso es más fácil, en algunas se puede entrar caminando, otras la exploración se tiene que hacer en cuclillas o pecho tierra.Los mineros, indígenas tzotziles trabajan en esos lugares con velas, hacerlo con lámparas a base de bateria les resulta muy costoso. Entran a las minas descalzos, sin camisa y un trapo amarrado a la cabeza, el calor es muy fuerte bajo la tierra.Sus herramientas consisten en picos, palas para remover escombros, marros y cinceles para buscar el oro chiapaneco, como algunos le han llamado al ámbar.
La extracción del ámbar por los tzotziles de Simojovel sigue siendo igual a como lo hacían sus antepasados. El ámbar en la época prehispánica se utilizaba para distinguir a los grandes soldados que no temían ni a la guerra ni a perder la vida. Ahora, quienes sacan el material de la tierra son quienes se distinguen por no temerle a la muerte, todo por robarle de las entrañas de la tierra ese pedazo de alma que sirve para engalanar las joyerías de aquella dama que la pueda pagar.

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