domingo, 30 de agosto de 2009

Los pescadores de la Polka

Historias de vidas sustentables
Aprendiendo a cuidar el mangle para seguir en la pesca del camarón


José Salazar
Noticias

Tonalá.- Desde el camino se aprecia el paisaje donde una diversidad de aves acuáticas que revolotean sobre el agua del estero convergen en el manglar; a simple vista parece un espejismo que se observa al descender por la carretera: es la comunidad de La Polka, lugar donde el “quiebra catre”, bagre de mar que los pobladores aseguran tiene propiedades afrodisíacas y es culpable del nacimiento de muchos de habitantes.
En este lugar desconocido para el turismo, los hombres salen a pescar en la noche y regresan “porque les aprieta el hambre” o cubrieron la cuota de que entregarán en la cooperativa; es común verlos sobre el cayuco lanzando la atarraya, mientras se ayudan de una vara de tres metros que hace la función de remo donde el agua del manglar es más baja; al final de la jornada acumulan la pesca en una cubeta con perforaciones para que escurra el agua del mar y laven con ella los camarones, así es un día cotidiano para estos pescadores.
En el pequeño pueblo pesquero, perteneciente a Tonalá, se observa varada en sus aguas “La Chiapaneca”,
una dragadora del sexenio anterior que necesita dos millones de pesos para funcionar, “porque los ‘lagartos’ que la administraban se llevaron el dinero cuando dejaron el cargo público”, dice “el Moy”, un pescador bajo de estatura, cabello quebrado y ojos pequeños que se seca el sudor con la mano mientras platica con el reportero.
Don Moisés Córdova comenta que uno de los problemas de la zona es el deterioro del manglar, el cual se debe a las inundaciones y devastaciones que causo el Huracán Stan, aunado a la inconciencia de los pobladores que han contribuido a la deforestación del mangle rojo, pues debido a sus usos y costumbres lo emplean en la construcción de palapas, construcción casas y muebles o como leña.
Es por ello que hoy realizan un esfuerzo para combatir los estragos, concientes que este es un trabajo que alcanzará frutos a largo plazo debido a que su crecimiento es lento, pero concientes de que su función es vital para el desarrollo de la camaronicultura su principal fuente de ingresos.
Parado en un costado de la báscula donde se pesa el camarón y se paga a 32 pesos el kilo, bajo la galera de la Sociedad Cooperativa Miguel Hidalgo y Costilla fundada en 1980 a donde llegan más de la mitad de los 900 pescadores del pueblo; “La Miguel” vende más de cinco toneladas de camarón a compradores provenientes de diversos municipios e inclusive de otros estados.
REFORESTAR ENTRE COCODRILOS
Lograr la reforestación de Mangle Rojo, ha tenido sus altas y sus bajas asegura Moisés, encargado de la reforestación “porque desconocíamos como hacerlo, después de probar y errar dos veces, se realizó la reforestación cuatro hectáreas y cuentan con un vivero cuya producción es de ocho mil plantas”.
Él, junto con 30 personas pertenecientes a la cooperativa lograron conocer y aprender del “niño rico” (como le dicen al mangle por lo difícil y delicado de la planta), con lo que han logrado hacerse de un empleo temporal.
Explica que realizar la reforestación de mangle no fácil: los pescadores se trasladan en cayucos transportando las plantas, caminan entre los manglares para encontrar la zona adecuada para plantar; con sombra, tierra y fértil, además revisan que en ese lugar no suba mucho la marea, todo esto, mientras se cuidan de no ser mordidos por los cocodrilos que habitan en el manglar.
En este pueblo desconocido por muchos, el calor y cariño de las personas hacen agradable la estancia en sus paisajes donde su gente va y viene de la pesca entre las casas hechas de madera y teja, con su fogón de leña donde se prepara el caldo de quiebra catre con camarón.
Al atardecer, los pescadores cuelgan su atarraya en el patio mientras descansan sus hamacas después de la jornada de trabajo y el único vendedor de agua del pueblo recorre las calles con su llamativo sombrero de charro.

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